¡Bienvenido a Guimarães! la cuna del país vecino. Localidad situada en el norte en el distrito de Braga y en la región del Miño. «Aquí nasceu Portugal». Puedes leer este aviso en la muralla de la ciudad, es importante que nadie lo olvide.
Inscripción en la muralla de Guimarães
Los antecedentes de esta afirmación histórica hay que buscarlos en el año 1128, fecha en la que se celebra la batalla de San Mamede
tras la cual el entonces llamado Condado Portugalense (un pequeño trozo
de tierra escondida entre el Miño y el Duero) logra la independencia
del reino de León.
El vencedor, Alfonso Henriques, nacido en Guimarães, fue coronado como primer rey de Portugal
por el papa Alejandro III en 1139. Fijó la capital en su ciudad natal
y, poco a poco, empezó a comerles terreno a los árabes que poblaban el
sur, una reconquista que culminó con el nacimiento del Portugal que conocemos actualmente.
Para revivir la batalla, toca subir al castillo originario del siglo X y donde nació Henriques.
De aquellos días gloriosos hoy queda la fachada, digna de una película
medieval. Y un interior hueco lleno de escaleras que llevan a los
visitantes de una almena a otra. Para contemplar buenas
panorámicas, lo mejor es subir a la torre. Las vistas merecen la
pena, aunque, ojo, el último tramo de la escalinata es un poco
complicado.
El interior del castillo está hueco y la entrada es gratuita
Una vez ubicados históricamente y tras haber contemplado una buena
vista de la ciudad toca empezar a disfrutar de esta urbe pequeña,
coqueta y manejable. Un fin de semana es tiempo más que suficiente para
sacarle todo el jugo a la encantadoraGuimarães con no más de cincuenta
mil habitantes y protegida por la Unesco por tener uno de los centros medievales mejor conservados de Portugal. Fachadas de Guimarães
Es una visita que no deja indiferente. Los portugueses la adoran por su profunda esencia patriótica. A los foráneos los hechiza por ese sabor añejo y esa aura de tranquilidad tan difícil de encontrar en otros destinos. Fachadas con azulejos en Guimarães
Todos sucumben ante el peso abrumador de su patrimonio monumental y ante el silencio que se escucha al caminar por esas callejuelas estrechas, con adoquines milenarios, donde se esconden fachadas rococós decoradas con coloridos azulejos, arcos y soportales de granito, casas de colores con balcones de madera
de donde cuelgan tendales rebosantes de sábanas y toallas que bailan al
son de la brisa que a estas alturas del año ya avisa de la
cercana primavera. Y comercios centenarios de esos que ya no quedan en
España pero que, por suerte, aún resisten en Portugal. Plaza Mayor de Guimarães
Aunque estemos viviendo un otoño un tanto extraño, el signo evidente
del paso hacia el invierno lo tenemos en los colores que van apareciendo
en los bosques.
Casi en cualquier rincón de España encontramos un espacio natural que
se está transformando a medida que pasan los días. Castaños, robles y
hayas se llevan los premios mayores, son los principales actores de este
cambio y no queremos perdérnoslo. Hoy veremos 11 bosques españoles que explotan de color durante el otoño.
1. Bosque de Muniellos, Asturias
Uno de los robledales más grandes y bonitos de la península. Durante
estas semanas veremos llegar los dorados y ocres que se combinan con
numerosos frutos como los arándanos, moras, avellanas y bellotas que
llenan el bosque.Con un poco de suerte, podrás ver también al
escurridizo urogallo cantábrico (Tetrao urogallus) o al oso
pardo que encuentra aquí un refugio ideal. Muniellos es Reserva Natural
Integral y tiene un cupo diario de 20 visitantes al día. Para visitarlo
hay que reservar plaza a través del Servicio de Atención al ciudadano del principado de Asturias.
2. Señorío de Bértiz, Navarra
Estamos en el Pirineo occidental navarro, junto al río Bidasoa, y
rodeados de castaños. Aunque no son los únicos protagonistas del paisaje
Aquí encontramos también un buen número de ejemplares de muchas partes
del mundo, como secoyas californianas o ginkos chinos. Verdes, ocres y
dorados están asegurados.
3. Hayedo de Montejo, Madrid
El hayedo de Montejo, en la Comunidad de Madrid es un bosque de hayas
y robles al paso del río Jarama. Espectáculo garantizado con leyendas
incluídas. Dicen que unas hadas pequeñitas encandilaban a los caminantes
del bosque para convertirlos en animales.
4. Selva de Irati, Navarra
Volvemos a Navarra esta vez a un bello bosque entre los pueblos de
Ochagavía y Orbaitzea, a unos 90 km de Pamplona. Es el segundo hayedo
abetal más extenso y mejor conservado de Europa. Elbosque puede
recorrerse a pie, o realizar alguna de las rutas en bicicleta
propuestas, o sumarse a una salida de recogida de setas, entre las
actividades que se organizan para aprovechar este momento único de un
lugar singular. Puedes tener toda la información en Irati.org
5. Bosque de Fanlo, Huesca
Muy cerca del Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido, el bosque de
la Pardina del Señor de Fanlo es un lugar idílico para ver es
espectáculo del color otoñal. El paisaje está pintado por abetos, hayas,
arces, álamos, avellanos, fresnos, cerezos, abedules, entre muchos
otros. La mayoría de hoja caduca, lo que garantiza la exhibición de
infinitas tonalidades en las próximas semanas.
6. Sierra de Francia, Salamanca
Los "culpables" de su espectacular otoño son los robles melojo y los
castaños que en estos días ven cómo sus hojas amarillean. También
encontramos acebos, arces, serbales y abedules, así como numerosas
especies de setas. El clima frío de la zona invita a terminar el paseo
frente a una chimenea en alguno de los pueblos de la zona.