Las
Islas Ballestas son unas islas del océano Pacífico, próximas a la costa
del Perú. Se encuentran al sur de Lima, en las cercanías de la ciudad
de Pisco y la península de Paracas, provincia de Ica. Se las conoce con
ese nombre debido a que si las observamos desde lo alto, tienen formas
de ballestas o arcos.
En esta península se pueden alquilar
lanchas que te llevan hasta las islas. Nosotros alquilamos una. El paseo
duró 2 horas, 30 minutos para llegar, 30 minutos para regresar y una
hora para poder observar y fotografiar las islas.
En nuestro recorrido, pasamos próximos a
otras islas. En una de ellas había un grabado en su superficie, un
geoglifo, o sea un dibujo sobre la tierra, conocido como el candelabro o
el tridente. Sus grandes dimensiones, de más de 177 metros de largo y
54 metros de ancho y su diseño sobre la arena permiten distinguir una
relación con las líneas y geoglifos de Nazca, aunque estas están
conformadas de forma distinta.
Su origen es aún un misterio y existen
diversas teorías que tratan de explicar su creación y función, desde ser
una creación de los piratas para indicar la ubicación de un tesoro,
orientación para los antiguos peruanos, una producción de José de San
Martín como símbolo de la masonería y hasta la infaltable teoría que
siempre aparece cuando el humano no puede explicar algo, que es una
confección extraterrestre.
La conservación de este bajo relieve es
excelente y no se borra de la arena debido a que, como en la zona de
Nazca, las precipitaciones son casi nulas y los vientos son inexistentes
al nivel de la superficie. Esto le permite sostener en la actualidad
una profundidad en la arena que fluctúa entre los 10 y 60 centímetros.
Seguimos avanzando en nuestro recorrido y
llegamos a las islas Ballestas. No se permite el desembarco de los
turistas en éstas islas, para no molestar a los animales que allí viven,
pero las lanchas se acercaron lo suficiente para que pudiéramos
disfrutar de la belleza de su fauna.
Es impresionante ver la cantidad y
diversidad de fauna que habita allí, gracias a las corrientes frías de
Humboldt. La corriente de Humboldt es la que llena las aguas de las
Islas Ballestas de plancton y microorganismos, enriqueciendo aún más
este mar con cardúmenes de peces como lenguados, cojinovas, corvinas,
toyos y anchovetas.
La existencia de gran cantidad de peces,
hace que proliferen miles de aves marinas como el pelícano, cóndor,
piqueros, flamencos y un largo etcétera.
Lo que más nos sorprendió fue observar
la existencia de una clase de pingüinos conocidos como El pingüino de
Humboldt y con esto confirmamos que no sólo viven en el frió de la
Antártida como suponíamos.
En la superficie de las islas se aprecia
gran cantidad de guano que cada tres años es recolectado para ser
utilizado en fertilización. Existen también construcciones que están
montadas para poder desarrollar este fin.
Apostados en las playas de rocas, estaba plagado de lobos marinos dispuestos ferozmente a mantener la hegemonía de su harén, compuesto normalmente por 12 hembras.
Nos dijeron de la existencia de delfines pero, por desgracia, no pudimos ver ninguno.
La lancha siguió metiéndose entre las
formaciones rocosas creadas a capricho del viento y el agua, hasta
llegar a un punto, famoso entre los lugareños porque dicen que se puede
apreciar la cara de Cristo.
El paseo finalizó en la maternidad,
centro de apareamiento de los lobos marinos, lugar donde nacen y las
hembras crían a sus lobeznos. Una imagen muy impactante fue ver como
sus madres les enseñaban a nadar a sus hijos montados en sus lomos. El
sonido emitido por estas criaturas era realmente impresionante.
En definitiva, las islas Ballestas es un
paraíso para nuestros ojos, donde se puede apreciar la belleza de la
naturaleza a pleno.