En un post anterior contaba que en las entrañas de los Alpes Suizos hay cascadas impresionantes. Y hoy he descubierto que en el corazón de la cordillera más alta de Europa hay también sal. Sí. Sal mineral. Sustancia casi mágica alrededor de la cual hace muchos años se creó todo un negocio del que vivieron no sólo muchos suizos. También Austria se hizo muy rica gracias a la extracción de este recurso natural, sirva como ejemplo la ciudad de Salzburgo, cuyo nombre significa “la ciudad de la sal”.
¿Y de dónde he sacado esta información? De las interesantes minas de sal de Bex, en la región suiza del lago Leman. Un fascinante mundo subterráneo cuya primera galería tiene más de tres siglos de antigüedad (se excavó allá por el año 1684) creada para extraer la sal, oro blanco, en aquellos años, que se escondía en el corazón de estas montañas. Y muy preciado no sólo por su importancia para la conservación de alimentos sino que durante mucho tiempo llegó incluso a funcionar como moneda de cambio. Tanta sal tienes, tanto vales.
Si te
interesa este mundo no te pierdas entonces la visita a esta vieja mina,
en parte reconvertida en museo, digo en parte pues en Bex todavía se trabaja actualmente en la extracción de sal. Es una de las muchas cosas que te cuentan durante las casi dos horas de recorrido a través de galerías subterráneas y pasillos oscuros de los que cuelgan extrañas formaciones de sal que llaman mucho la atención.
Pero quizá lo mas divertido de la visita a las minas es el viaje en un tren minero, ¡auténtico!, que traslada a los visitantes desde la entrada de la explotación hasta una primera galería situada a 450 metros de profundidad. Un recorrido de kilómetro y medio por un túnel húmedo y muy estrecho no apto para quienes padezcan claustrofobia. Pero muy interesante.
Una vez ya en las entrañas de la tierra la guía explica todos los detalles sobre la extracción de la sal mineral. Y las anécdotas vividas en esta mina como por ejemplo, los duros trabajos acontecidos para excavar el pozo de Le Bouillet que duraron 26 años y en los que varios hombres, equipados solo con picos y un martillos, abrieron un túnel vertical de ¡215 metros de profundidad! PARA NADA ya que al final no apareció sal en la veta donde pensaban estaba el filón. ¿Qué frustrante no?
La dureza de la tarea mencionada queda clara sobre todo al final del recorrido donde los visitantes pueden probar la dureza de la piedra con un pico y un martillo. ¡Increíble!, Yo no fui capaz ni de astillar un milímetro la sólida roca y eso que me esmeré ¿eh?.
Sin duda una visita curiosa para quienes pasen por esta zona de Suiza, muy cerquita de Montreux ( a nos quince minutos en coche) pero donde ¡ojo!, el español brilla por su ausencia. Solo Anita,
una de las guías, chapurrea algo en nuestro idioma y justo ella me
pidió un favor. “¿Si escribes algo de las minas pon ¡por favor! que no vengan cuando llueve.
Es lo típico, amanece un día gris y como la gente no sabe qué hacer
viene en masa a las minas, y como el tren tiene plazas limitadas y unas
horas fijas de salida se monta un buen lío. Y sin embargo cuando hace
sol no vienen casi nadie!” me insistió Anita.
Así que ya saben. Si quieren visitar las minas de sal de Bex en un día de lluvia, mejor llamen antes para enterarse de las horas de salida del tren para y saber si hay mucha gente
o no. Y si se animan a bajar al interior de los Alpes en un día de sol,
como recomienda Anita, tranquilos. Seguramente no tendrán problemas con
la visita y podrán disfrutar de las minas casi casi en solitario. Ya me
contarán.
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