Ya en la isla cogimos un taxi (minibús)
que son todos rosas y fácil de reconocer. Íbamos a la playa de
Nipah que es donde supuestamente están los hostales baratos. El
trayecto cuesta 15 RM es decir que cuanto más gente haya en el taxi,
más barato sale por cabeza. Al parecer no había mucha gente que iba
al lugar y el conductor metiendo prisa nos convenció para salir así
que nos comimos los 15 RM nosotros solos. Al llegar a la playa
ocurrió lo que nos temíamos. Son 3 calles donde hay varios hoteles
y guest houses y en todos recibíamos la misma respuesta "Tenemos
habitación para esta noche pero para mañana, sábado, no nos queda
sitio" y así la misma canción como en 6 lugares hasta que
finalmente encontramos una especie de resort donde nos dijeron que
tenían sitio para los días que quisiéramos, Aleluya! La pega era
que nos salía más del doble de lo que estabamos pagando en Malasia,
80RM eso sí, el desayuno estaba incluido y teníamos baño, tele y
aire acondicionado para nosotros por primera vez en el viaje, yuhu!
Por una vez no pasa nada.
El día se puso feo justo cuando nos asentamos en nuestra casita, tan feo que se puso a llover. Aún así y después de descansar un poco del viaje fuimos a ver la playa de Nipah y hacer reconocimiento de nuestra zona. La primera sorpresa fue cuando de repente teníamos a unos escasos metros a dos hornbills! Uau, vaya pájaros más grandes y hermosos (?) Lo mejor es que no son muy asustones y te puedes acercar mucho para hacer buenas fotos. Son muy graciosos y a mi personalmente me encantó ver a un pájaro tan especial en libertad, estos pájaros solo los había visto en zoológicos.
La playa de Nipah estaba plagada de
malayos bañándose en el mar bajo la lluvia, la mayoría vestidos,
ellas hasta la cabeza como ya habíamos visto anteriormente en
Langkawi o Penang. La playa es hermosa pero tampoco gran cosa,
después de haber estado en Langkawi el nivel está alto. Seguimos
andando y muy cerca de la de Nipah yendo hacia el norte te encuentras
con la Coral Beach que estaba más vacía y nos pareció
mucho mejor.
El problema era que seguía lloviendo y estuvimos con el
paraguas en la playa, un royo pero las vistas son preciosas. Tuvimos
que volver a nuestro hogar y rezar para que no lloviera al día
siguiente. Por primera vez teníamos televisión, a mí personalmente
me gusta mucho ver la tele de cada país. En Malasia los programas
estrella deben de ser las telenovelas, todo el día hay alguna de
ellas. Lo bueno es que algunas están subtituladas en inglés. Yo me
vi un episodio y la verdad es que enganchan mucho sobre todo por lo
que me pude reír. También aprendí como hacen un cordero en mitad
del campo recién matado y despellejado en una olla gigante en un
programa de cocina, wt... quedé flipado.
Nuestro segundo día en la isla lo
pasamos en la playa enteramente. La playa fue la que nombré
anteriormente, la Playa Coral Beach. La
orilla y el fondo del mar estaba lleno de corales muertos que
vendrían de cerca, me encantó ya que era la primera vez que me
encontraba algo así. Estuve todo el dia buscando trozos de corales
para observarlos, aparte de eso el tiempo nos permitió ponernos
morenos.
Queríamos alquilar una moto el día siguiente, pero al ser
el guest house tan caro lo descartamos para mantenernos en el
presupuesto. Lo de hacer la isla a pie lo estabamos cabilando, no
estabamos seguro, eran unos 15 km seguramente bajo el sol y a 30
grados. La única cosa de la que estabamos seguros era de que no nos
íbamos a ir de la isla sin explorarla. El sol se nos fue de las
manos, acabamos como salmonetes y eso que ya veníamos tostado los
otros días.
Decidimos quedarnos entonces un día más
y aceptamos el reto de hacer la isla a pie, así que desayunamos
fuerte en el guest house y nos fuimos directamente a pie con la
mochila, la cámara y... y... sin agua. No sé por qué, pero no
pensamos en agua sabiendo que nos íbamos a morir de calor de andar
bajo el sol. Cuando llevábamos unos pocos km por los que vimos
alguna playa bonita nos apretó bien la sed. Estábamos en medio de
la nada, sudando como pollos, temíamos que nos diera un yuyu ya que
el sol apretaba como nunca.
Era como la 1 del medio día sumando que
por ese lugar casi no había arboles para cobijarse. Decidimos seguir
hacia adelante esperando encontrar algo y finalmente encontramos un
resort de lujo al que entramos como mendigos pidiendo agua. El guarda
nos dijo que había un grifo al lado, preguntamos si era potable, nos
dijo que no... ok. Menos mal que nos dió la segunda opción de
entrar al resort y comprar en una tiendecilla que tenían para la
gente del resort, que alivio! Compramos una de 2 litros de los que
quedaría medio litro en el acto.
Siguiendo el camino por el alrededor de
la isla nos encontramos con un tramo muy duro. Qué contentos
estábamos de no haber cogido la bicicleta. Nos encontramos con la
Pangkor hill, una carretera endemoniada con unas cuestas que ni el
Tourmalet con más curvas que la carretera de olías (Como decimos en
Málaga)
Resignados no nos quedó otra que subirlo a pie. Cuando ya
había subido 3 cuestas pensé en qué hubiera sido de nosotros si no
hubiéramos encontrado ese resort con el agua. Lo peor no eran las
cuestas hacia arriba, lo peor eran las cuestas hacia abajo del no sé
cuanto por ciento. Por fin empezábamos a ver civilización. Nos
encontramos con el poblado Pinang Kecil, un lugar de
pescadores donde el olor a pescado disecado predominaba, que peste a
pescado olía todo!
Tenía tiendas donde se vendían exclusivamente
este tipo de pescado seco, algo realmente raro pero parece que por
aquí tiene bastante éxito y es una tradición. Repostamos gasolina
(otra botella de agua de 2L) y seguimos por otro pueblo de pescadores
llamado Pinang Besar donde el olor a pescado no era menos.
Parece que la mayoría de la gente era china y parece que cada casa
tenía un espectáculo de luces en su interior. No eran discotecas,
eran los budas con miles de luces parpadeantes. De una casa dudé un
instante de si era un templo y casi me dió por entrar pero me di
cuenta de que era una casa.
Llegamos a la capital de la isla, Pekan
Pangkor donde dos días antes llegó nuestro ferry. Comimos algo
pequeño y seguimos la ruta. Hay que decir que la parte este de la
isla no tiene casi playas, pero sí pueblos curiosos de ver y ver
también el arte del pescado disecado, algo que nunca había visto de
esta forma. También hay un templo hindú y otro chino con una
simulación mini de la muralla china.
Fue un paseo largo por mitad de la isla
para llegar a la parte que teníamos ya ganas de la isla, la parte de
las playas. Por este camino nos encontramos a un vendedor con durian
que tanto venden por aqui, debe de ser la época o algo. Nunca lo
habíamos probado así que preguntamos al vendedor si podíamos
probarlo, nos abrió uno, estaba malo, abrió otro que estaba sano y
nos lo ofreció, el olor ya echaba para atras, al probarlo...
buaaaaaajjjjjjj qué es eso, era una mezcla de sabor a cebolla,
puerro y piña a la vez. Con cara de asco le sonreímos al amable
vendedor pero eso no había quien se lo comiera! Nos fuimos con el
trozo de durian en la mano como si nos lo hubiéramos a comer hasta
que llegamos más allá de la curva donde no nos podía ver el
vendedor y tirarlo a la basura. Ya sabemos a qué sabe y ya sabemos
que no tenemos que comprarlo más, de eso trataba al fin y al cabo. Por aquí lo llaman el king of the fruit porque
es la fruta con mas vitaminas que hay y nos dijeron que la primera vez
no le gusta a nadie pero a partir de la segunda vez que lo prueba, te
encantará, no creo que sea nuestro caso, todavía tenemos el saborcillo
que no se va ni con jabón. En algunos lugares públicos como el metro o
cosas así esta prohibido comerlo por el peste que echa, hay señales para
ello.
Por fin llegamos a una playa después
de muchos km, a la bonita playa de Pasir Bogak. Era domingo y
parece que la gran mayoría de los malayo se habían ido ya. Se
notaba más la tranquilidad. Me quité la camiseta de coraje, la tiré
a la arena, casi me quito hasta el bañador 'tranquilo Álvaro'
y me tiré de cabeza al mar, la mejor sensación del mundo. Después
de andar muchas horas bajo el sol, meterse en el mar es una gran
recompensa, la relajación que te provoca se disfruta mucho.
Decidimos quedarnos un buen rato y descansar antes de seguir hasta
nuestro guest house, todavía nos quedaba una hora y media o así. La
playa nos gustó más, mucho más que la de Nipah seguramente porque
no estaba plagada de malayos, pero nos pareció con el agua más
clara y más bonita, la lonely planet piensa lo contrario...
Salimos para hacer nuestro último
tramo que también tenía muchas cuestas aunque no tantas como las de
Pangkor hill. Por el camino nos encontramos con una situación
curiosa. Hasta ese momento solo habíamos visto algún mono suelto,
algún lagarto gigante corriendo y poco más pero en ese momento
vimos como a 3 hornbill en un árbol, les echamos algo de pan para
que se acercaran y poder echarle unas fotos. De repente vinieron como
10 monos a por el pan y a la vez vimos una ardilla. En un plis plas
estábamos rodeados de animales, ante la mirada amenazadora de los
monos decidimos irnos sin hacer mucho ruido, una pena que los monos
espantaran a los agradables hornbills.
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