En el avión tuvimos que rellenar un formulario de inmigración que teníamos que entregar más adelante. El control de aduana fue muy tranquilo y pasamos muy rápido, siempre habíamos oído de que en Australia hacían un control muy estricto pero para nada fue así.
Llegamos a Sydney
en plena ola de calor, el verano está empezando y ya se nota. Estábamos a
35 grados aunque con un calor diferente que en Malasia o
Singapur, se podía llevar mejor. Para salir del aeropuerto cogimos
un autobús gratuito que nos llevó hasta la estación central de
Sydney, desde donde cogeríamos el tren hasta la parada Kings Cross
donde empezamos a buscar hostales.
Al día siguiente
salimos a pie directo al centro a ver la otra cara de Sydney. Por el
camino vimos que los edificios importantes son de estilo casi idéntico,
da igual que fuera una iglesia o el ayuntamiento, se parece
todo. Pasamos por Hyde Park y su bonita fuente, aquí nos encontramos
con la fauna endémica del país, este pájaro tan feo se veía en cada
parque de la ciudad.
Vimos por fuera el
Australian Museum, con precios prohibitivos para nosotros, teníamos
claro que poco podíamos hacer en Sydney salvo callejear, todo está
por las nubes.
Pasamos
por St Mary's Cathedral,
catedral cerca de Hyde Park, probablemente la más bonita de Sydney.
Seguimos nuestro camino pasando por edificios como el NSW
Parliament y la libreria del estado.
Por aquí ya la cosa cambió y la imagen que tenia de la ciudad se
acercaba más a la realidad. Kings Cross nos descolocó pero poco a
poco le acabaríamos cogiendo el gustillo. Seguimos andando hasta
llegar a la imagen de la ciudad, quizás del país, el tan famoso
edificio e imagen de todas las postales de Sydney, el Opera
House.
Por
los alrededores hay mucho ambiente, normal, es el lugar donde más
turistas se reúnen. Es como un paseo marítimo donde te encuentras a
gente tocando el famoso instrumento australiano, el Didjeridoo, también desde donde se tienen las vistas al Opera House,a la ciudad y al Harbour
Bridge.
Te puedes mover por los alrededores del Opera House y sinceramente,
tampoco me pareció para tanto... fue una sensación parecida de cuando
vi al Manneken Pis de Bruselas, lo había visto tanto en imágenes que
ya no me impresionaba aunque el hecho de estar allí sí que me parecía muy especial, estábamos en Sydney!!!
Desde allí seguimos caminando pasando por The
Rocks
un lugar en el que había un mercadillo (Paddy's
Market)
y por donde era agradable pasear por sus callecillas.Caminamos mucho
por una calle donde no había nada por Millers Point. Quizás lo más
curioso de este lugar fue esta rotonda, original cuanto menos
dedicado a alguien que después de esto (ver foto) sobrevivió y sigue
entre nosotros.
Llegamos a Chinatown, no podía faltar en nuestro viaje :). Buscamos y buscamos paro encontrar algo de comer por menos
de 10 dolares por persona pero parecía misión imposible. Finalmente encontramos un
bocadillo vietnamita grande, muy bueno y barato, 4 dólares fueron por
bocadillo.
Este lugar también nos pareció muy animado, todo lleno de gente y de
lugares para comer. Cerca hay centros comerciales y fue donde vimos
el famoso monorail, solo lo habíamos visto antes en Kuala Lumpur. Es
algo muy especial, tenemos suerte porque al parecer lo quieren quitar
este año mismo. Una pena porque me parece de lo más especial que
vimos en la ciudad.
Desde aquí nos metimos en pleno centro de Sydney donde los
rascacielos aparecen y donde los centros comerciales abundan. Es una
ciudad con cuestas pero fácil de andar. Pasamos de refilón ya que le
dedicaríamos más tiempo al día siguiente, nos dirigimos de nuevo al
Opera House para verla de noche. Todavía faltaban algunas horas, así que
nos
quedamos junto al Opera House sentados para pasar el tiempo. El único
problema fue que hacía frío, el tiempo había cambiado radicalmente y
de los 35 grados que hacía el día anterior pasamos a los apenas 20
grados, vaya cambio. Esperando allí sentados se nos acercó una
familia india, unos padres con su hija que recién había cumplido 5
años. Iban con una tarta y se acercaron para darnos un trozo de
ella, nos pareció raro pero parecía que a la niña le hacía ilusión
que la felicitáramos por su cumpleaños. Nos vino perfecto porque el
hambre de haber comido solo un bocadillo empezaba a apretar. Desde el
Opera House se tienen vistas a los rascacielos del centro y
observamos poco a poco cómo se iban iluminando hasta dejarnos esta
foto.
Sacamos fotos también del Opera House y del Harbour Bridge y cogimos
el tren para volver a nuestro hostel del horror donde nos hicimos
pasta y vimos la tele que teníamos hasta quedarnos dormidos.
El
día siguiente amaneció lluvioso y seguía fresco, yo me tuve que poner
sudadera y zapatillas de deporte. Nos dirigimos directamente al Darling Harbour
donde se se encuentra el Wild Life, el Madame Tussaud's, Museo Nacional
Maritimo, Sea Life Aquarium. Todo fuera de nuestro
presupuesto, así que paseamos por allí por el parque y por el puerto, bastante
acogedor. Cruzamos un puente que nos llevaba a Pyrmont, donde no hay mucho que ver, solo nos llamó la atención un centro
comercial donde todo era de lujo y donde podías encontrar todas las
marcas caras típicas como Louis Vuitton, Prada, etc.
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