¿Has escuchado hablar de la maldición del viajero?
Un anciano vagabundo me contó de ella a cambio de una cerveza en el
Aeropuerto Central, es algo más o menos así: Entre más lugares conozcas,
cuantas más cosas veas y te provoquen interés, menos encontrarás un
lugar que lo tenga todo.
De
hecho, cada lugar tiene un porcentaje cada vez más pequeño que aquellas
cosas que amas, a medida que más lugares y cosas conozcas. Esto te
conduce, incluso de forma inconsciente, a seguir buscando, no por un
lugar que sea perfecto (todos sabemos que no hay un paraíso terrenal),
sino por un lugar que sea “el correcto para ti”. Pero la maldición es
que las posibilidades de encontrar “el lugar indicado” se hacen más
pequeñas, y no más grandes, cuanto más se experimenta. Así que mientras
más sigas buscando, peores serán los resultados que obtendrás. Esta es
la parte A de la maldición.
La
parte B tiene que ver con las relaciones. Cuando más viajes, mayor será
el número y más profunda la variedad de relaciones que establezcas.
Pero entre más personas conozcas, más difuso será tu tiempo con cada una
de estas. Dado que todas estas personas no pueden viajar contigo, se
hace cada vez más difícil cultivar relaciones duraderas a medida que más
viajas. Sin embargo, te mantienes viajando, conociendo a personas
increíbles, algo que te hace sentir pleno, pero eventualmente, te
olvidas de todos ellos, y muchos se olvidan de quién eres. Entonces
intentas compensarlo quedándote en algún lugar durante un largo tiempo,
echando raíces y cultivando relaciones fuertes, pero toda esa gente
nunca sabrá lo que tú sabes, nunca verá lo que tú has visto, y siempre
sentirás un poco de soledad, y siempre querrás contar tus historias un
poco más de lo que ellos quieren escuchar. La razón de esto es la
maldición que se hace peor a medida que más se viaja, aunque viajar
parece ser una cura temporal.
Nada de esto sugiere que uno debería
dejar de viajar. Es una advertencia para los viajeros jóvenes, a
esperar, como parte del precio a pagar por una vida rica teñida con un
poco de tristeza y soledad, y la angustia que es como la nostalgia que
cada uno siente por las partes especiales de su pasado, excepto que
multiplicada por mil.
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