Norilsk es considerada por muchos la peor cuidad para vivir.
Esta ciudad industrial localizada en Krasnoyarsk Krai, Rusia, es la
población más septentrional del mundo, con una población estimada en 230
mil habitantes, ocupa el segundo lugar (después de Murmansk) de las
ciudades más grandes por encima del Círculo Polar Ártico.
Norilsk está casi totalmente aislada del mundo, únicamente cuenta con
una vía férrea hasta Dudink. Esta es la única forma de salir de la
ciudad, a no ser que se quiera viajar 2,000 kilómetros a través del río
Yenisei o que se cuente con la solvencia económica para contratar
transporte aéreo, aunque debido al mal tiempo, un despegue podría
retrasarse de forma indefinida.
La ciudad fue instituida en 1935, como un campo de trabajo de esclavos,
y más tarde se convirtió en una opción de vivienda para aquellos que
laboran en la minería y en las operaciones metalúrgicas. Situada en las
faldas de las altas montañas Putoran que se alzan hasta los 1,700
metros, y donde es posible encontrar algunos de los mayores yacimientos de níquel en el mundo,
Norilsk es un “desván” para la minería y la fundición. La ciudad cuenta
con el mayor complejo de fundición de metales pesados en el mundo, allí
se produce más del 20% de todo el níquel del mundo, el 50% del paladio,
más del 10% del cobalto y el 3% del cobre. Las exportaciones desde
Norilsk representan un 2% del PIB de toda Rusia.
Los primeros trabajadores de las minas eran prisioneros de los campos
donde eran forzados a trabajar en fríos extremos y en condiciones
inhumanas. De los 500 mil trabajadores forzados, 18,000 terminaron por perecer de frio y hambre.
Sin embargo, muchos de los que sobrevivieron a Norilsk eligieron
quedarse después del fin del régimen de Stalin para vivir y trabajar en
las minas que ellos habían construido.
La vida en Norilsk es extremadamente difícil. La ciudad se encuentra en una zona de continuo permafrost, donde la temperatura cae hasta los -30º centígrados durante el invierno,
pudiendo alcanzar rachas de -56º. Entre noviembre y enero, por un
periodo de siete semanas, no sale el sol. Durante el verano, la
temperatura puede llegar a un máximo de 20º centígrados, pero eso no es
suficiente para derretir la nieve por completo.
Pero el problema más grave de Norilsk es la contaminación.
Casi cuatro millones de toneladas de cobre, plomo, cadmio, níquel,
arsénico, azufre y otros productos químicos tóxicos son liberados cada
año al aire. La nieve es negra, y algunas veces amarilla, rosa o incluso
milagrosamente blanca, y la lluvia acida cubre una extensión aproximada
del tamaño de Alemania. La cantidad de dióxido de azufre en el aire es
tan alta que no hay vegetación en un radio aproximado de 30 kilómetros, y
las hierbas y los hongos que logran crecer aquí tienen una tasa de
toxicidad muy alta. El suelo está tan contaminado que ahora es
económicamente viable extraer los materiales del mismo.
La esperanza promedio de vida de los trabajadores no llega ni a los
50 años. Los residentes sufren de incontables enfermedades
respiratorias, y los casos de cáncer y enfermedades de la piel son muy
frecuentes. Sólo el 4% de la población adulta de la ciudad mantiene una condición saludable.
Resulta obvio que las personas que viven y trabajan en Norilsk lo
hacen por el dinero, pero incluso aquellos que, voluntariamente, van
para ganar dinero se mantienen ansiosos por irse. Sin embargo, dejar la
ciudad no es nada fácil, especialmente para los habitantes más longevos
con una familia y apartamento. Los precios de los inmuebles son miserables en Norilsk,
lo que significa que no pueden venderlos y salir de la ciudad, pues
aunque lo hagan no serían capaces de comprar otras cosas con el dinero
en otras regiones.
Ellos viven, trabajan, gastan y reproducen para la minería.
El aislamiento de la ciudad significa que ellos derraman sus ingresos
en tiendas e instalaciones que, obviamente, son propiedad de la empresa.
Un círculo vicioso que sólo beneficia a los dueños de las empresas
mineras, que evidentemente no viven en la región.
Fuente: Worst Polluted.
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